¡ASU MARE! ESTA UNIVERSIDAD ES UNA ESTAFA

Muchas veces describimos a ciertas universidades o institutos como “una estafa”. La razón es simple: después de años de estudio, los egresados se dan cuenta de que su diploma vale poco o nada en ojos de los empleadores de calidad. ¿Pero es esto realmente una estafa? ¿Cómo podemos lograr que los egresados no se decepcionen?

El casting de Cachín


En la popular película peruana Asu Mare, un inescrupuloso director de casting/profesor de actuación estafa al protagonista Cachín. En respuesta a un anuncio en el diario, Cachín se presenta a un castingpara ser el protagonista de una nueva película. El director le informa que parte del proceso de selección consiste en unas clases de actuación que, por supuesto, tienen un costo que debe cubrir el alumno. Después de varias clases (que le encantan), Cachín se gana el papel de protagonista. Sin embargo cuando se presenta a la filmación, no encuentra a nadie. Sus clases de actuación eran una estafa.

En el mundo real, Juan se inscribe en la Universidad X o el Instituto Y. La publicidad del centro de estudios le promete el éxito profesional; la especialista del call center le promete un trabajo asegurado. Por años, Juan asiste a sus clases y se quema las pestañas estudiando. No es fácil pagar la mensualidad ni balancear las responsabilidades de los estudios y el trabajo, pero después de algunos años Juan se gradúa. El flamante egresado luego busca trabajo en empresas reconocidas, tan solo para enterarse que no contratan a gente de la Universidad X o el Instituto Y. Juan estuvo muy feliz con sus clases, pero hoy se siente estafado.

Cachín y Juan tienen mucho en común. Ambos estuvieron muy contentos con sus clases y sus centros de estudio mientras eran alumnos. No están decepcionados con la educación en sí, sino con el efecto de estos estudios en su vida profesional.

La gran diferencia entre ambos casos es que Cachín fue a un casting, no a estudiar una carrera. Si se hubiese inscrito en clases de actuación y después hubiese tenido poco éxito consiguiendocastings, Cachín y Juan estarían en la misma situación. La realidad es que Cachín pagó para participar en un casting ficticio; eso es una estafa. Juan pagó por horas de clase que sí recibió. El problema es que Juan pagó por esas clases para crecer profesionalmente, y no lo ha logrado. Por ello se siente estafado.

¿Cómo ayudamos a Juan?


Si bien Juan en el sentido estricto de la palabra no ha sido estafado, él –y muchos jóvenes peruanos– se siente estafado por sus centros de estudios. Esto no sólo los impacta a ellos, sino también toda nuestra economía. Es ineficiente que nuestros jóvenes dediquen años y una porción considerable de sus ingresos o los de su familia en estudiar carreras que no los van a convertir trabajadores más productivos. Es peligroso políticamente tener una masa de jóvenes decepcionados y subempleados. Una fuerza laboral poco productiva limita la competitividad de nuestra economía.

Hay muchas estrategias para ayudar a estudiantes como Juan, pero se dividen en tres campos generales.
Ayudar a los egresados a conseguir trabajo.

Esta solución es efectiva para remediar en algún grado la situación actual de jóvenes que no escogieron carreras o centros de estudios alineados con las necesidades del mercado laboral, pero no corrige el problema de raíz. El problema es que el mercado laboral no considera relevante su formación. Aunque los ayudemos a insertarse en el mercado laboral, sus CV siempre cargarán ese ‘pero’.


Regular la calidad de la educación superior.


Esta opción suena muy atractiva, pero es difícil de ejecutar con excelencia. Los institutos peruanos han sido regulados muchísimo (demasiado según el discurso del ministro de Educación, Jaime Saavedra, en CADE por la Educación 2015), y no por ello todos tienen excelentes resultados en empleabilidad y en la calidad de la formación. Además, ¿realmente cerraríamos centros de estudios que no cumplan? El costo político es fuertísimo y el efecto inmediato en la vida de los estudiantes también.


Informar a los postulantes sobre las estadísticas de empleo de los egresados de cada centro educativo para que tomen mejores decisiones.

Esta opción es la mejor. El problema raíz es una falla de mercado entre el mercado laboral y el mercado de educación superior causada por una asimetría de información. Los centros de estudios prometen éxito laboral sin información estadística en comparación con otros centros de estudios. El postulante no puede tomar decisiones acertadas.

Como mencionó el candidato presidencial Pedro Pablo Kuczynski en CADE por la Educación 2015, en Estados Unidos ciertas revistas elaboran rankings que ayudan a los postulantes a tomar mejores decisiones. Las universidades e institutos en el Perú todavía no proporcionan suficiente información para elaborar rankings confiables. Sin embargo, el observatorio laboral Ponte en Carrera –una iniciativa del Ministerio de Trabajo, Ministerio de Educación, e IPAE Acción Empresarial– pronto ayudará a los postulantes peruanos a tomar mejores decisiones.

Más información, mejores decisiones, menos ‘estafados’


Cachín la pasó mal después de ser estafado. Esta dura decepción lo impulsó a rodearse con personajes dudosos y a consumir sustancias peligrosas. Aunque ofrecer educación que no es valorada por el mercado laboral no es estrictamente una estafa, me imagino que los egresados de estos centros de estudios también la pasan mal. Quizás esta frustración les quite motivación en el trabajo, quizás cause problemas familiares. Al final todos nos vemos afectados por una fuerza laboral menos competitiva.

Con mucho trabajo, Cachín logró salir adelante y se convirtió en el artista exitoso que tanta alegría nos ha compartido. No lo logró estudiando para ser ingeniero en una universidad de prestigio sino aprendiendo a ser clown. No tengo la data exacta, pero me atrevo a afirmar que los talleres de clown no tienen las estadísticas de empleabilidad más competitivas del Perú. No por ello deja de ser una opción válida, al igual que filología rumana, o ingeniería aeroespacial. Como la demanda laboral para estas carreras es baja, probablemente sea un camino más difícil. Sin embargo, si es su pasión, puede que los egresados logren ser exitosos laboralmente.

No limitemos las opciones de los jóvenes sobrerregulando dónde y qué pueden estudiar. Démosles información para que tomen buenas decisiones. Con Ponte en Carrera estamos en buen camino.|| SEMANAECONOMICA.COM || LUCIA BENAVIDES 

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